Manual del pequeño aventurero
Los niños necesitan jugar y vivir en contacto con la naturaleza para crecer de manera armoniosa y sana. La exploración, el interés por el descubrimiento por si mismos sin intermediarios, la posibilidad de aventurarse desarrollando su imaginación y estimulando sus sentidos les posibilita a adquirir conocimientos, desarrollar habilidades e interés por aprender.
El contacto con medios naturales mejora las habilidades cognitivas, agudizando especialmente la capacidad de observación y de razonamiento, ayuda a desarrollar la curiosidad, la autonomía personal, el autoaprendizaje durante toda la vida y la capacidad de apreciar lo extraordinario.
Entre los ocho y los once años se desarrolla la etapa de las exploraciones. Es aconsejable que en esta etapa los niños tengan acceso a jardines y áreas silvestres cercanas a su lugar de residencia. Las actividades más apropiadas en este entorno son la de descubrimiento y observación de pequeños insectos, las de recolectar piedras, conchas marinas, etc., buscar tesoros, seguir caminos, cuidar de un huerto o construir un pequeño escondrijo.
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