Carta a SS MM los Reyes Magos
Señores Melchor, Gaspar y Baltasar:
Les esperaré esta noche con tres mandarinas, agua para los camellos y una copita de anís. Si tienen a bien pensar que tal vez no he sido tan malo como algunos creen, humildemente les pido los siguientes deseos:
Que las bolsas del supermercado se abran a la primera y que el celofán del CD me salve las uña
Que sepamos siempre el hueco en el que hemos enterrado la ira, solo para no volver a pisarla nunca más.
Que el metro cuadrado jamás cotice en bolsa.
Que las personas sean más importantes que aquello que creen pensar las multitudes.
Que nos sea más fácil decir que nos hemos equivocado cuando acertamos en vez de mantener que tenemos razón cuando nos equivocamos.
Que la lengua solo sea la expresión del pensamiento y no la exclusión del pensamiento.
Que llamemos a una puerta amiga y, cuando nos pregunten "¿quién llama?“, poder decir "tú".
Que los efectos del cambio climático acaben conduciendo a un clima de cambio.
Que las nuevas amistades lleguen con un ticket de compra por si se han de cambiar.
Que el espejo donde nos sentimos más atractivos sean los ojos de la persona que todavía ignora que algún día nos amará.
Que no haya pecados por comisión sino por omisión. Que el arrepentimiento no venga de aquello que hemos hecho sino de aquello que algún día dejamos de hacer.
Que siempre duerman al pie de nuestra cama unos zapatos que no son los nuestros.
Que recordemos siempre el nombre de los que no tienen nombre y que nos olvidemos de cómo se llaman los poderosos.
Que todas las horas nos parezcan cortas de tan densas como van a ser.
Que cuando no sepamos qué decir no hayamos de recurrir a las palabras. Y que cuando no sepamos qué hacer no hagamos cosas de las que luego nos avergonzaremos.
Que la tinta regrese a la pluma, si la palabra escrita no valía la pena ser escrita.
Vuestro seguro servidor.
Les esperaré esta noche con tres mandarinas, agua para los camellos y una copita de anís. Si tienen a bien pensar que tal vez no he sido tan malo como algunos creen, humildemente les pido los siguientes deseos:
Que las bolsas del supermercado se abran a la primera y que el celofán del CD me salve las uña
Que sepamos siempre el hueco en el que hemos enterrado la ira, solo para no volver a pisarla nunca más.
Que el metro cuadrado jamás cotice en bolsa.
Que las personas sean más importantes que aquello que creen pensar las multitudes.
Que nos sea más fácil decir que nos hemos equivocado cuando acertamos en vez de mantener que tenemos razón cuando nos equivocamos.
Que la lengua solo sea la expresión del pensamiento y no la exclusión del pensamiento.
Que llamemos a una puerta amiga y, cuando nos pregunten "¿quién llama?“, poder decir "tú".
Que los efectos del cambio climático acaben conduciendo a un clima de cambio.
Que las nuevas amistades lleguen con un ticket de compra por si se han de cambiar.
Que el espejo donde nos sentimos más atractivos sean los ojos de la persona que todavía ignora que algún día nos amará.
Que no haya pecados por comisión sino por omisión. Que el arrepentimiento no venga de aquello que hemos hecho sino de aquello que algún día dejamos de hacer.
Que siempre duerman al pie de nuestra cama unos zapatos que no son los nuestros.
Que recordemos siempre el nombre de los que no tienen nombre y que nos olvidemos de cómo se llaman los poderosos.
Que todas las horas nos parezcan cortas de tan densas como van a ser.
Que cuando no sepamos qué decir no hayamos de recurrir a las palabras. Y que cuando no sepamos qué hacer no hagamos cosas de las que luego nos avergonzaremos.
Que la tinta regrese a la pluma, si la palabra escrita no valía la pena ser escrita.
Vuestro seguro servidor.
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